Autora: Ana Muñoz
No es raro que cuando los niños se encuentran en la niñez temprana, las madres o padres se preocupen al ver lo poco que su hija o hijo ha comido durante unos días. Estos cambios en el apetito son normales a esta edad.
En la etapa de la infancia (hasta los tres años) los niños tienen un ritmo de crecimiento muy rápido, pero a medida que este ritmo se reduce, necesitan menos calorías por kg de peso, de modo que comen menos en proporción a su tamaño de lo que comían hasta entonces. Las madres no deben preocuparse por esto ni presionar a sus hijos a comer más, pues están comiendo lo que necesitan para su edad.
Un niño con energía, cabellos y ojos brillantes y capacidad para recuperarse con rapidez de la fatiga, es un niño bien nutrido, de modo que no hay que preocuparse si los padres creen que come poco.
Los requerimientos diarios de proteínas de un niño de esta edad se pueden tomar en dos vasos de leche y una porción de carne u otro alimento similar como pescado. La vitamina A se encuentra en las zanahorias, espinacas, la yema de huevo o la leche entera, entre otros alimentos. La vitamina C se encuentra en las frutas cítricas, los tomates y los vegetales de hoja verde oscura. El calcio se encuentra en el brócoli, el salmón o los productos lácteos.
La leche y sus derivados pueden tomarse bajos en grasa a esta edad y las carnes deberán ser magras.
Un estudio realizado con 15 niños entre dos y cinco años de edad encontró que consumieron casi la misma cantidad de calorías diarias a pesar de la diferencia de edad, aunque con frecuencia comieron mucho en una comida y poco en otra.
Los niños pequeños pueden controlar la cantidad de alimentos que ingieren y alimentarse según sus necesidades calóricas. Por este motivo, los padres no deberán empujarlos a comer más de lo que les apetece porque esto podría interferir con el mecanismo normal del niño para regular su consumo de energía, lo cual podría producir problemas de obesidad infantil.
No obstante, si los padres alimentan a sus hijos con dietas ricas en cereales azucarados, dulces, y otros alimentos con bajo contenido nutricional, los niños no tendrán suficiente apetito para ingerir los alimentos que necesitan para su crecimiento. Por tanto, la alimentación debe ser nutritiva, rica en proteínas y vitaminas, y baja en grasas y azúcares.
Los estudios han mostrado que las dietas de los niños suelen presentar algunos problemas: son bajas el calcio, hierro, cinc y vitamina E y altas en grasas. Por tanto, trata de incluir alimentos ricos en estos nutrientes en la dieta de tu hijo.
Cómo hacer más fácil la hora de la comida
A esta edad, no es raro que los niños se dediquen a jugar con la comida en vez de ingerirla. No obstante, como decíamos en el artículo dedicado a la alimentación, una disminución del apetito en esta etapa del desarrollo es normal y no debe preocupar a los padres.
Las siguientes sugerencias pueden ayudarte a estimular hábitos de alimentación saludables:
Lleva un registro de lo que come el niño. Puedes descubrir que está comiendo suficiente a lo largo del día.
Sirve alimentos simples, que el niño pueda identificar fácilmente. Los niños de esta edad suelen rechazar los alimentos mezclados, como los guisos.
Introduce un sólo alimento nuevo cada vez, junto con otro alimento que ya conozca y le guste.
Ofrece porciones pequeñas, sobre todo de alimentos nuevos o que no le agraden mucho. Si es necesario sirve una segunda porción.
Si tras un tiempo razonable no lo ha comido, retira el alimento y no le ofrezcas nada más hasta la siguiente comida. Un niño sano no sufrirá por quedarse una vez sin comer y necesita aprender sobre los momentos apropiados para comer (las horas de las comidas) en vez de comer de forma desordenada a cualquier hora.
Dale la posibilidad de elegir. Por ejemplo, ente yogur y leche, entre manzana o pera, etc.
Anima al niño a ayudarte a cocinar.
Sirve la comida del niño en platos atrayentes, con dibujos, adornos, etc.
No crees rituales en los que el niño deba comerse los alimentos en un orden determinado. Dale libertad para comerlos como desee.
Haz que la hora de comer sea un momento agradable, con conversaciones interesantes, hablando lo menos posible de la comida misma.