Autora: Ana Muñoz
A los cuatro años de edad, Eduardo se acercó a un mendigo que rebuscaba en la basura para darle su bocadillo. El comportamiento altruista o prosocial implica ayudar a los demás sin esperar nada a cambio. Son actos que a menudo implican costos, riesgo o autosacrificio por parte de la persona que los realiza.
¿Qué hace que algunos niños sean generosos y compasivos con los demás, se acerquen a consolar a un compañero que llora y sean sensibles antes las necesidades de otras personas?
Los genes pueden predisponer a un niño hacia la empatía. El comportamiento prosocial aparece pronto en la infancia. Incluso antes de los dos años de edad, los niños ayudan a otros, comparten sus pertenencias y alimentos y ofrecen consuelo. Estos comportamientos surgen de la capacidad del niño para imaginar cómo se siente otra persona y desarrollar un sentimiento de responsabilidad por los demás.
Los niños altruistas tienen una avanzada capacidad de razonamiento y son capaces de asumir el rol de otros. También son activos y tienen una mayor confianza en sí mismos. El resto de los niños suelen preferirlos como compañeros de juegos.
La influencia de los padres
Aunque los niños puedan nacer con cierta predisposición genética hacia el altruismo, la familia ejerce una influencia fundamental para promover o no este comportamiento.
El amor y el respeto hacia los hijos es una de las mejores formas de promover el altruismo, pues estos niños se sienten seguros con el amor de sus padres y no tienen dudas de que les quieren.
Los niños que en la etapa de la infancia y primeros pasos tuvieron un vínculo afectivo seguro con sus padres, tienen más probabilidades de responder ante la aflicción de otros niños, tienen más amigos y sus profesores los consideran más competentes socialmente.
Los padres de estos niños enseñan con su ejemplo y enseñan a sus hijos a ponerse en el lugar de los demás, con preguntas como: ¿Cómo te sentirías tú si fueras ella? ¿Cómo crees que se siente Juan por haberse quedado sin el pastel que le has quitado? Es decir, si un niño se lleva algo que no es suyo, no le dan una charla sobre la honestidad ni le pegan o le llaman malo, sino que tratan de apelar a sus sentimientos y empatía.
Los niños altruistas saben que sus padres esperan de ellos honestidad y caridad, y que cumplan con sus responsabilidades en el hogar. Además, estos padres buscan también otros modelos y leen cuentos o muestran a sus hijos programas de televisión que enseñen empatía, cooperación y participación. Estos programas ayudan a los niños a ser compasivos, generosos y caritativos.
En una investigación se estudió a 406 personas no judías que entre 1930 y 1940 habían arriesgado sus vidas para ayudar a los judíos en países ocupados por los nazis, y los compararon con personas que no habían prestado ayuda. Los padres de las personas que habían ofrecido ayuda habían hecho énfasis en principios éticos como la compasión y el cuidado hacia los demás y en un sentido de la justicia que se extendía hacia personas que no conocían. También se habían comportado de forma altruista con sus propios hijos. Dieron menos valor a la obediencia, la importancia del yo o la acumulación de dinero. Quienes ayudaron a los demás, también manifestaron tener relaciones familiares estrechas. Sus padres los habían disciplinado con técnicas que implicaban el razonamiento, la explicación, el consejo, la persuasión y las sugerencias sobre cómo corregir un error, en vez del castigo físico o el autoritarismo ("porque lo digo yo").
La influencia de la escuela
Los profesores que demuestran un comportamiento prosocial y son amables, estimulan este tipo de comportamiento en los niños. En San Francisco, los profesores del Child Development Project establecieron un programa para favorecer el comportamiento altruista en los niños.
Desde el jardín de infancia, los niños escuchan historias sobre comportamiento prosocial. También leen libros y ven películas que muestran este tipo de comportamiento, y se les anima a ayudar a otros estudiantes y a desarrollar servicios comunitarios. Los niños de estas escuelas son más colaboradores e interesados en otras personas.