Autora: Ana Muñoz
Cuando una persona se encuentra con un ser querido que se daña o autolesiona, la primera reacción es de desconcierto e incomprensión. No saben por qué está pasando esto ni qué pueden hacer para ayudarle. Este artículo intentará esclarecer lo que sucede en estos casos y dar algunas pautas de acción a las personas que se autolesionan.
Existen diversos motivos por los que una persona puede autolesionarse
El motivo más habitual consiste en dañarse a uno mismo como un modo de afrontar emociones muy intensas y dolorosas (ira, tristeza, culpa, etc.). El dolor físico les proporciona un alivio de esas emociones tan intensas que encuentran insoportables y de las que necesitan escapar de algún modo.
A veces, las personas se autolesionan para castigarse a sí mismas: por ejemplo, por haber cometido algún error, sentirse culpables o sentir desprecio hacia sí mismas.
Hay personas que recurren a la autolesión como un modo de sentir algo, debido a que se sienten vacíos y tienen problemas para experimentar emociones de cualquier tipo. Esta causa de autolesiones es más típica en personas taumatizadas.
Algunas personas que se autolesionan se sienten tan enfadadas y agresivas que no pueden controlar sus emociones. Tienen miedo de llegar a lastimar a alguien, así que vuelven su agresión hacia sí mismas buscando liberarse de ella.
A veces, se considera a estas personas como buscadoras de atención. Sin embargo, una persona que se autolesiona puede creer que ésta es la única manera de comunicar o manejar el malestar.
La severidad del daño a uno mismo no depende de cómo de graves son los problemas subyacentes. Generalmente, con el tiempo, la persona se hace más tolerante al dolor que se inflige, de modo que tiene que hacerse un daño más severo para obtener la misma sensación de alivio. Esta espiral puede dar lugar a lesiones permanentes e infecciones serias.
Si te haces daño a ti mismo como manera de hacer frente a emociones estresantes o difíciles, como ira, frustración o autodesprecio, has de tener en cuenta que no estás solo. Muchas personas hacen esto y lo superan; hay ayuda disponible para ellas.
La exploración personal necesaria para resolver este problema suele hacerse mejor con la ayuda de un psicólogo. Pero esto no significa que una persona que utilice la autolesión como una estrategia de afrontamiento, no pueda tener cierto control de la situación.
¿Cómo de frecuente es este comportamiento?
Es difícil decir lo frecuente que es la automutilación porque es una conducta bastante secreta.
Las líneas telefónicas de ayuda reciben llamadas de personas que se han autolesionado durante años sin decir nada a nadie, debido a la vergüenza y el miedo al rechazo y desprecio de los demás. Son personas que han encontrado maneras de mantener su problema oculto y, cuando se dañan tan gravemente como para necesitar tratamiento, a menudo tendrán una historia bien preparada para contar, o no buscarán ayuda en absoluto. El resultado puede ser una desfiguración permanente o una infección seria.
No obstante, algunos estudios han encontrado que entre un 14 y un 24 % de adolescentes se han autolesionado al menos una vez. Entre los adultos, la cifra es de alrededor de un 4 %.
Alrededor la mitad de los hombres ingresados en hospitales por autolesiones y un cuarto de las mujeres, ha bebido alcohol durante las horas previas. Ésta es una cifra preocupante. Una persona que toma la decisión de recurrir a la sobredosis mientras está bajo la influencia del alcohol (y por tanto, actuando impulsivamente) corre el riesgo de que las drogas interactúen con el alcohol. Las drogas y el alcohol pueden llegar a ser más potentes cuando actúan mezcladas en el cuerpo. La persona puede acabar tomando una mezcla mucho más fuerte que la prevista, con consecuencias trágicas.
Es importante hacer una distinción entre el daño a uno mismo y el intento de suicidio. Alrededor de un cuarto de las personas en tratamiento por autolesiones, ha intentado suicidarse también o, indecisos sobre si desean vivir o no, han puesto la opción en manos del destino.
¿Qué puedes hacer si te estás autolesionando?
La mayoría de la gente que se infringe daño desea dejar de hacerlo, y pueden lograrlo si desarrollan nuevas maneras de afrontar el estrés y de comunicarse. Sin embargo, algunas personas pueden necesitar no sólo modificar su comportamiento, sino también entender por qué han recurrido a esto.
Existen una serie de técnicas que pueden reducir el riesgo de lesión seria o reducen al mínimo el daño causado por las autolesiones. Esta lista no es exhaustiva (las personas difieren en cuanto a las técnicas que les resultan útiles), de modo que si una no te funciona, prueba con otra:
1. Para e intenta descubrir qué tendría que cambiar para no sentir más el deseo de dañarte.
2. Cuenta hacia atrás empezando desde el diez.
3. Busca cinco cosas, una para cada uno de tus cinco sentidos, a tu alrededor, para dirigir tu atención hacia ellas y hacia el presente.
4. Respira lentamente. Inspira profundamente por la nariz y expulsa el aire por la boca.
Si todavía sientes necesidad de dañarte, intenta lo siguiente:
1. Píntate una línea usando témpera y tus propios dedos en vez de cortarte.
2. Utiliza un saco como los de boxeo para golpear.
3. Haz flexiones rápidas, salta a la comba o cualquier otro tipo de ejercicio físico intenso.
4. Grita (aunque sea un grito silencioso).
5. Empuja con fuerza la pared, como si quisieras desplazarla o echarla abajo (pero sin golpearte, sólo empuja). O bien tira de un objeto muy pesado, tratando de arrastrarlo.
6. Frótate con hielo en la zona donde sientes deseo de lesionarte.
7. Abre cualquier libro al azar y empieza a leer en voz alta (o ten preparado un libro concreto para estos casos, o un poema o algo que hayas escrito especialmente para leer en estos momentos). Si profesas alguna religión puedes recitar una oración.
Otras estrategias
Las mencionadas en la página anterior son estrategias para utilizar justo en el momento en que sientes deseos de dañarte. Después, puedes utilizar otras estrategias:
1. Busca ayuda de un psicólogo. El daño a uno mismo es casi siempre un síntoma de otro problema o problemas subyacentes y puede ser necesario tratarlos todos con ayuda profesional.
2. Analiza con detalle qué es lo que te lleva a sentirte así (qué pensamientos, situaciones o emociones concretas; qué sucedió justo antes de desear dañarte). Puedes llevar un diario o registro donde anotes todo esto.
3. Lleva un diario donde anotes todos tus pensamientos, emociones y sucesos del día. Céntrate más en los aspectos positivos de tu vida y escribe los negativos desde una perspectiva de búsqueda de soluciones y preguntándote si te puede aportar algo bueno a largo plazo, cómo puedes utilizar el suceso para crecer, etc.
La paradoja de la autolesión
Muchas personas caen en comportamientos que son dañinos para sí mismas, como fumar o beber en exceso. Pero la diferencia principal entre estos comportamientos y el de alguien que corta repetidamente sus propios brazos, se quema con cigarrillos o se golpea con el puño, es que la gente no fuma con la intención de dañarse. El daño es un efecto secundario desafortunado y la razón por la que fuman es el placer. En cambio, quienes se cortan se proponen lastimarse.
Hay también una distinción importante entre el intento de suicidio y la autolesión. En el caso de intento de suicidio (por ejemplo, por la ingestión de pastillas, que es lo más común), el daño causado es incierto y básicamente invisible; por el contrario, cuando una persona se hace cortes, el daño es claro, predecible y a menudo altamente visible.
¿De qué modos suelen dañarse las personas a sí mismas?
Las formas más comunes son los cortes en los brazos, las manos y las piernas, y menos comúnmente la cara, el abdomen, los pechos e incluso los órganos genitales. Algunos se queman o se escaldan, otros golpean sus cuerpos o se golpean contra algo. Otras maneras en que la gente se daña incluyen arañazos, pinchazos, morderse, rasparse y, ocasionalmente, la inserción de objetos afilados debajo de la piel o en orificios del cuerpo o tragar objetos afilados o sustancias dañinas.
Las formas comunes de autolesión que raramente necesitan atención médica incluyen a personas que se arrancan el pelo y las pestañas, se pinchan en ciertos puntos de su piel o se frotan tan fuerte que llegan a producirse una abrasión de la piel.
Abuso sexual en la infancia y autolesiones
Muchas personas afirman que comenzaron a dañarse a sí mismas en la niñez, disfrazando los rasguños y moratones como accidentes y que progresaron hacia cortes y quemaduras más sistemáticas en la adolescencia.
La automutilación y otras conductas autodestructivas son comunes en personas que han sido víctimas de abuso sexual en la infancia (R.P. Kluft, 1990), debido a las emociones tan intensas y desagradables que los recuerdos del abuso pueden llegar a producir, o bien como un modo de castigarse a sí mismas, por haber interiorizado una imagen muy negativa de sí mismas, con gran autodesprecio y baja autoestima. Es decir, el abuso puede hacer pensar a una persona que hay algo malo en ella y por eso le sucedió algo tan terrible.
Otras teorías afirman que debido a que a estas víctimas se les prohibió revelar la verdad acerca del abuso y maltrato vivido en la infancia, utilizan la autolesión como un modo de expresar al mundo el horror del abuso vivido.
Las investigaciones parecen mostrar que las personas que se autolesionan han vivido en ambientes que los infravaloraban como personas; un ambiente en el que la comunicación de experiencias privadas se encuentra con respuestas inadecuadas o extremas. La expresión de experiencias privadas, por tanto, no se valida adecuadamente sino que es trivializada o castigada.
Por supuesto, no todas las personas víctimas de abusos sexuales en la infancia se dañan a sí mismas, ni todas las personas que se autolesionan han sido víctimas de abusos.
La adicción a las endorfinas
Una teoría biológica afirma que los cortes desencadenan una liberación de endorfinas en el cuerpo que acaba creando adicción. Estas sustancias son opiáceos naturales que producen una sensación de bienestar y alivian el dolor. Así, algunos autores consideran que estas personas han llegado a ser adictas a sus propias endorfinas, motivo por el que continúan cortándose repetidas veces. Pueden incluso sufrir una especie de síndrome de abstinencia si no se cortan durante un tiempo. Los medicamentos usados para tratar adictos a la heroína son eficaces con quienes se autolesionan, pero sólo en las personas que dicen tener una sensación similar a la producida tras tomar drogas después de cortarse.
Otra teoría se basa en el principio psicológico de que todo comportamiento tiene consecuencias que lo están recompensando de alguna manera. Por ejemplo, lograr la atención de otra persona a través de la autolesión o castigarla de alguna manera (por no haberla protegido de los abusos, por ejemplo).