Autora: Ana Muñoz
Aunque los rasgos de personalidad son bastante estables, suelen ir cambiando gradualmente a lo largo del tiempo, generalmente para mejor, sin que las personas ni siquiera se propongan cambiar. Es decir, la personalidad no es algo totalmente fijo e inmutable. Y si estos cambios se producen solo por el paso del tiempo, más aún pueden producirse si nos proponemos cambiar y mejorar conscientemente y nos esforzamos por lograrlo.
En general, los adultos se vuelven más agradables, responsables y resilientes conforme cumplen años. Los cambios positivos son aún mayores cuando las personas están viviendo vidas significativas y satisfactorias.
Estas son algunas cosas que debes tener en cuenta para poder hacer cambios para mejorar tu personalidad.
1. Tener la motivación para cambiar y creer que es posible
Muchas personas piensan: “Así es como soy y no puedo cambiar”. Mientras sigas creyendo que eso es verdad, no lograrás hacer muchos cambios importantes en tu personalidad. Es cierto que tus genes ejercen una influencia importante pero, al fin y al cabo, la personalidad es en gran parte el modo que tenemos de comportarnos. Por ejemplo, pensemos en una persona introvertida que, por su trabajo, considera que le conviene comportarse de un modo más extrovertido. Puede aprender a hacerlo y, con el tiempo, llegar a sentirse cómoda con ese mayor nivel de apertura y contacto social. Es posible que aún necesite más momentos de soledad que la típica persona extrovertida pero quienes la observen la describirán como una persona básicamente extrovertida. Esto es así porque todos podemos aprender formas nuevas de comportarnos y habituarnos a ellas de tal manera que pasen a formar parte de nuestra personalidad. Así es como se producen los cambios.
2. Céntrate en lo que quieres lograr no en aquello de lo que deseas deshacerte
Muchas personas tratan de mejorar su personalidad intentando eliminar características que consideran negativas, como enfadarse por cosas sin importancia, criticar a los demás o mostrarse intolerantes con frecuencia. Pero resulta mucho más fácil si te centras en las características positivas con las que deseas sustituir esos comportamientos negativos y las practicas. Por ejemplo, puedes proponerte hablar a los demás con amabilidad, sonreír con más frecuencia, ver lo bueno de los demás, etc. Al ir desarrollando estos aspectos positivos, sus opuestos negativos irán desapareciendo por sí solos y el cambio será más fácil.
3. Analiza qué te impide cambiar
En tu intento de cambiar y mejorar puedes toparte con algunos obstáculos que te impiden hacerlo. Es importe que descubras cuáles son para poder ponerles remedio. Algunos de estos obstáculos pueden ser los siguientes:
a) A veces, nos aferramos a las ideas que tenemos de nosotros mismos, de lo que somos o del mundo en general, pero para cambiar, a menudo hay que desechar viejas ideas y sustituirlas por otras nuevas. Por ejemplo, puedes dejar de considerarte una persona tímida para empezar a verte como una persona que a veces se muestra tímida y a veces no y que es perfectamente capaz de aumentar el número de situaciones en las que no se muestra tímida. Es una forma totalmente realista de verlo que, además, favorece mucho más el cambio.
b) El miedo también puede impedirte cambiar. Puedes tener miedo a las consecuencias de tu cambio, al o que implique, a lo que piensen los demás, etc. Analiza si tienes algún miedo y sé consciente de él.
c) Otras personas pueden no desear que cambies. Si, por ejemplo, quieres ser una persona más asertiva y hacer valer tus derechos, ciertas personas que hay en tu vida que se han beneficiado de algún modo de tu falta de asertividad, pueden reaccionar mal si cambias. Para lograr cambios positivos, es importante estar rodeados de personas que nos ayuden a ese cambio en vez de impedirlo por motivos egoístas. Las personas que hay en tu vida ejercen una influencia en ti. Analiza qué tipo de influencia ejercen y si está siendo positiva o destructiva y no dejes que los demás ejerzan una influencia negativa en ti. Es decir, no dejes que los demás te hagan peor persona de lo que podrías ser. Aquí podemos poner como ejemplo una canción de Cat Power (Good woman) en la que una mujer le dice al hombre del que sigue enamorada que lo abandona porque es un mal hombre; ella desea ser una buena persona y sabe que, si sigue con él, no será posible.
4. Analiza en qué consiste ser eso que deseas ser antes de empezar a cambiar
Por ejemplo, si deseas ser optimista, debes saber primero en qué consiste ser optimista y qué características tienes que desarrollar para ser más optimista. Para ello, no basta con pensar como un optimista, sino que lo más importante es actuar como un optimista. Es decir, no te limitas a pensar “seguro que todo sale bien”, lo cual puede ser un autoengaño, sino que actúas, te pones en marcha para hacer algo porque piensas que puedes tener éxito y no te rindes ante los obstáculos porque piensas que puedes superarlos. Es decir, el optimista se implica y persiste en sus metas mientras que el pesimista abandona porque piensa que sus acciones no darán buenos resultados.
Algo parecido podríamos decir del valor. La persona valiente acepta determinados riesgos que no aceptaría una persona cobarde. El valor está muy relacionado con la motivación de una persona para hacer algo. Si esa motivación es muy fuerte, tendrá más probabilidades de hacerlo a pesar del miedo que siente. El valor significa ser capaz de hacer algo que temes.
La psicología positiva puede servirte de gran ayuda para conocer las características que deseas desarrollar en ti, pues es una rama de la psicología que estudia las virtudes y fortalezas humanas (optimismo, valor, creatividad, etc.). Saber en qué consisten esas fortalezas te ayudará a conocer las conductas concretas que debes practicar para desarrollarlas.
5. Adquirir nuevos roles
Adquirir nuevos roles es una de las formas más naturales de cambiar. Muchas personas cambiar sin darse cuenta cuando son padres, cuando empiezan un trabajo de responsabilidad o adquieren cualquier otro tipo de rol social. Cuando adquirimos una rol que nos exige comportarnos de un modo determinado (como ser más responsables, trabajar duro, ser empáticos, etc.) llega un momento en que esos comportamientos pasan a formar parte de nuestra personalidad.
Por tanto, un buen modo de cambiar consiste en hacer una lista de aquellos comportamientos que deseas adquirir y buscar un rol que te permita practicarlos. Por ejemplo, si quieres ser una persona más empática y altruista puedes empezar a colaborar con una ONG.
6. Haz una lista de conductas concretas que vas a practicar para cambiar
No te propongas cambios demasiado generales, como ser más sociable o más generoso. Por el contrario, céntrate en conductas concretas que puedas llevar a cabo. Por ejemplo: “Entablar conversaciones con compañeros de trabajo con los que apenas hablo” es una conducta concreta típica de una persona más sociable que puedes proponerte practicar. Puedes hacer una lista de conductas que practicar cada día o semana.
7. Explora cosas nuevas
Hay muchas cosas que no sabes que te gustan porque nunca las has probado. Si descubres esas cosas nuevas que te gustan o interesan y empiezas a hacer actividades relacionadas con ellas, puedes producir cambios importantes en ti y en tu vida. Imagina, por ejemplo, que te apuntas a clases de baile. Hasta ahora nunca te había atraído el baile pero decides dar unas clases para probar y descubres que te gusta, que lo pasas bien, que te sientes mejor por el ejercicio que supone y que has hecho nuevos amigos. Y, además, cada vez bailas mejor. Este nuevo “yo bailarín” que has construido puede llegar a cambiarte en muchos aspectos, como mejorar tu autoestima, hacerte más sociable, etc. Está relacionado con la adquisición de roles de la que hablábamos antes. La principal diferencia es que los roles son cosas que conoces (que sabes que existen y tienes una idea de qué habilidades practicarás al adquirirlos) mientras que aquí hablamos de salir a buscar cosas totalmente nuevas y desconocidas y empezar a probarlas (cosas que puedan inducir cambios positivos en tu personalidad).