Autora: Ana Muñoz

El estreñimiento es una alteración del ritmo intestinal caracterizada por la disminución en la frecuencia de las deposiciones (menos de tres veces por semana), dificultad para evacuar o la expulsión de heces duras y secas. Puede ir acompañado de sensación de evacuación incompleta, hinchazón o malestar abdominal.

En una persona con un funcionamiento intestinal normal, la defecación es indolora, no requiere un esfuerzo excesivo y la sensación de evacuación del recto es completa, mientras que la persona con estreñimiento no cumple uno o varios de estos tres criterios.

Para muchas personas, lo importante no es el estreñimiento en sí, sino las sensaciones asociadas de evacuación incompleta del recto, meteorismo, flatulencia, malestar abdominal bajo, falta de apetito, cefaleas, astenia y/o mal humor.

El trastorno subyacente de la motilidad puede afectar otros tramos del tubo digestivo, además del colon y, con frecuencia, existen también trastornos psicológicos y somatizaciones diversas.

Causas principales

El estreñimiento es un síntoma y no una enfermedad. Y como tal es muy frecuente y puede tener diversas causas, aunque generalmente tiene un carácter funcional y sus causas suelen ser dietéticas (alimentación con bajo contenido en fibra vegetal), sociales y emocionales.

• Una dieta pobre en fibra puede ser una causa frecuente de estreñimiento. Sin fibra suficiente, las heces son más pequeñas y duras y se mueven más lentamente por el colon.

• Retraso del reflejo de defecación. La defecación se inicia debido a la existencia de varios reflejos. La mayor parte del tiempo, el recto está vacío de heces. Cuando entra excremento en el recto, la distensión de la pared rectal hace que se inicien las ondas peristálticas, que son movimientos que empujan las heces hacia el ano. Al aproximarse las ondas peristálticas al ano, se relaja el músculo esfínter anal interno.

En este momento, la persona puede decidir voluntariamente si desea relajar también el esfínter anal externo y dejar salir las heces al exterior o si prefiere no relajarlo e impedir su salida. Si este músculo se conserva contraído, los reflejos se acaban disipando tras unos minutos y se conservan así durante varias horas o hasta que entra más excremento en el recto. Sin embargo, las personas que inhiben con demasiada frecuencia los reflejos naturales acaban sufriendo estreñimiento intenso.

• Ingesta insuficiente de líquido: la deshidratación o el bajo consumo de agua endurece las heces, dificultando su evacuación.

• Falta de actividad física. El sedentarismo enlentece la motilidad intestinal. Es muy común en personas mayores, personas encamadas o con movilidad reducida.

Otras causas son las siguientes

Cuando la adición de fibra a la dieta, la hidratación correcta, el ejercicio y el hecho de no retrasar el reflejo de defecación no mejoran el estreñimiento, es una señal de que pueden existir causas subyacentes más complejas. Algunas de las causas más comunes son las siguientes:

1. Trastornos de la motilidad intestinal

Inercia colónica (colon lento o colón hipomotilidad). Es un tipo de estreñimiento crónico en el que el colon tiene una actividad motora disminuida. El tránsito de las heces es muy lento, especialmente a través del colon descendente y sigmoide.

Los síntomas son: intervalos largos entre las evacuaciones (más de una vez por semana), sensación de hinchazón, distensión abdominal y malestar, y ausencia de deseo de defecar (no hay urgencia).

Causas posibles: idiopática (sin causa aparente), secundaria a enfermedades neurológicas (Parkinson, esclerosis múltiple) o uso crónico de laxantes o fármacos que enlentecen el tránsito intestinal.

Síndrome del intestino irritable con estreñimiento predominante. Es un trastorno funcional del intestino caracterizado por estreñimiento crónico, pero acompañado de dolor abdominal, que mejora al defecar.

Síntomas: menos de tres deposiciones por semana, heces duras o fragmentadas, sensación de evacuación incompleta, distensión abdominal, gases y dolor que mejora tras la defecación.

Causas posibles: alteraciones en el eje intestino-cerebro: es una comunicación bidireccional muy compleja entre el sistema nervioso central (el cerebro) y el sistema nervioso entérico (intestinal). En el síndrome del intestino irritable, este eje está alterado, y eso afecta la motilidad, la sensibilidad y el procesamiento de señales digestivas.

El estrés emocional crónico o los antecedentes de trauma psicológico pueden agravar los síntomas. El intestino responde al estado emocional porque el sistema nervioso entérico tiene neurotransmisores similares al cerebro, como la serotonina, que influye tanto en el estado de ánimo como en la motilidad intestinal.

Enfermedad de Hirschsprung en adultos (muy raro, pero posible).También llamado megacolon congénito, consiste en la falta de células nerviosas en una parte del colon.

2. Trastornos del suelo pélvico

Disinergia defecatoria: hay una falta de coordinación entre los músculos que deben relajarse para permitir la evacuación. Es común y muchas veces pasa desapercibida. La persona siente la necesidad de defecar, pero no puede expulsar las heces. En estos casos, la fibra puede empeorar la situación al aumentar el volumen fecal sin resolver el problema mecánico. El tratamiento consiste en el uso de técnicas de biofeedback para el entrenamiento muscular.

3. Obstrucción mecánica o funcional

  • Estenosis (estrechamiento) del colon o del recto, por tumores, diverticulitis u otras enfermedades inflamatorias.
  • Prolapso rectal interno (intususcepción), rectocele o cualquier alteración estructural del canal anal.

4. Trastornos metabólicos o endocrinos

  • Hipotiroidismo: el metabolismo más lento de esta enfermedad afecta a la motilidad intestinal.
  • Diabetes mellitus: puede dañar los nervios que controlan el colon.
  • Hipercalcemia: niveles altos de calcio en sangre.
  • Enfermedad de Parkinson o esclerosis múltiple: pueden afectar la motilidad intestinal.

5. Medicamentos y suplementos

Algunos fármacos pueden causar o empeorar el estreñimiento, como opioides (codeína, morfina), antidepresivos tricíclicos, anticolinérgicos, antipsicóticos, suplementos de hierro o calcio, bloqueadores de los canales de calcio (como el verapamilo).

6. Ansiedad o depresión

La depresión y la ansiedad pueden alterar la motilidad intestinal.
El sistema nervioso parasimpático es el encargado de estimular la digestión y el movimiento intestinal. En estados de ansiedad o estrés crónico, predomina el sistema simpático (“modo alerta”), lo que frena la motilidad del colon. Como resultado el intestino se mueve más lento, las heces tardan más en avanzar, se reabsorbe más agua y las heces se endurecen.

Por otra parte, hasta el 90 % de la serotonina del cuerpo se produce en el intestino. La serotonina regula tanto el estado de ánimo como la motilidad intestinal. En personas con depresión o ansiedad, los niveles de serotonina pueden estar alterados. Al haber menos serotonina, el intestino está menos activo y el tránsito se vuelve más lento, causando estreñimiento.

7. Uso excesivo o prolongado de laxantes

Puede provocar un "colon perezoso" si se usan crónicamente sin control médico.

Consecuencias

Cuando la retención fecal es intensa y prolongada puede producirse un "impacto fecal", que se puede manifestar con dolor cólico y diarrea por rebosamiento; es decir, las heces líquidas rebosan alrededor de las masas fecales impactadas produciéndose una falsa diarrea. Otra consecuencia del impacto fecal es la oclusión mecánica del colon (véase íleo intestinal).

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